Friday, November 25, 2005

Democracia Cristiana


Una Mirada al Presente Para Pensar el Futuro



Santiago, Octubre de 2005.

Introducción


La Democracia Cristiana ha vivido entre las elecciones municipales del 2004 y las parlamentarias en curso un intenso proceso de reencuentro con la sociedad chilena, lo que le ha permitido a nuestros dirigentes, desde los niveles comunales hasta la Mesa Nacional, sentir que los desafíos del Siglo XXI, siendo novedosos -del punto de vista tecnológico- siguen ligados a los mismos principios y valores que dieron justificación a nuestro surgimiento como partido político y a la vigencia en el tiempo.

Hemos intentando siempre responder a cada desafío que Chile nos ha demandado, las más de las veces con éxito, pero también hubo ocasiones en que fallamos y debemos tener la hidalguía de reconocerlo. Cuando lo hemos hecho el pueblo nos ha acogido y devuelto su confianza.

Conscientes de nuestro pasado, hoy tenemos el desafío de interpretar y adecuarnos al cambio de época, para poder construir un buen futuro. Debemos hacerlo sin renunciar a lo que somos y a lo que nuestros compatriotas esperan de nosotros, es la gran tarea que tenemos por delante todos los demócrata cristianos.

Las ideas que se esbozan a continuación son un reto a debatir y a dotarnos, dentro de nuestro marco valórico, de los instrumentos que nos permitan abordar con creatividad y audacia la realidad económica, social y política que se ha instalado en nuestra sociedad producto del reordenamiento que sufrió el mundo a fines del Siglo XX.


No tiene más pretensión que ser una provocación a todos, desde nuestros intelectuales a los militantes más modestos, para que juntos debatamos respecto del Chile real y de cómo podemos aportar para que nuestra sociedad responda de verdad a los principios y valores que decimos profesar como políticos en la dimensión más noble y profunda de esta irremplazable actividad humana.

La Mesa Directiva Nacional desea agradecer el aporte de Martin Zilic, Cristián Toloza, Ricardo French-Davis, Ramón Briones, Oscar Reyes y Patricio Rojas, en la preparación de este documento de trabajo. Su valioso aporte esperamos sea un estímulo para que muchos y muchas, camaradas, simpatizantes y también independientes se sumen a la tarea de enriquecerlo y transformarlo en un aporte al quehacer político nacional.


Somos hombres y mujeres de la Democracia Cristiana

La Democracia Cristiana es un movimiento de inspiración humanista cristiana que busca realizar en Chile una sociedad más justa, libre y solidaria.

Nuestra política se basa en la concepción cristiana de la persona y en su responsabilidad ante Dios. Para nosotros, la persona es la criatura de Dios y no el padrón supremo de todas las cosas. Sabemos acerca de las imperfecciones del ser humano y de los límites del accionar político. No obstante está destinado y capacitado para darle forma al mundo en forma ética y responsable.

Nuestro campo de acción es temporal y en él coincidimos con todos los hombres y mujeres de buena voluntad cualesquiera que sean sus creencias, origen o condición, que compartan una visión humanista de la vida social, cultural, económica y política.

Reconocemos la dignidad de la persona. La dignidad y la vida humana, aún antes de nacer, son inviolables. Respetamos a cada ser humano como una persona singular e inalienable en todas las fases de su vida. La dignidad de la persona es la misma, independientemente del sexo, la raza, la nacionalidad, la edad, el grado de discapacidad, de la convicción política y religiosa, de la salud y el rendimiento, del éxito o fracaso y del juicio de los demás.

Nosotros, Demócratas Cristianos, abogamos por el derecho de cada persona al libre desarrollo. Como ser ético, la persona puede decidir y actuar de manera inteligente y responsable. Es tarea de la política garantizar el espacio de libertad que precisa cada uno de los integrantes de la sociedad. La libertad abarca derechos y obligaciones. Quien exija libertad para sí mismo, debe reconocer la libertad de sus semejantes. Somos libres en la medida que reconocemos que nuestra libertad es plena si reconocemos y respetamos la libertad de los otros. La libertad individual está delimitada por la libertad de los demás y por la responsabilidad hacia las generaciones futuras y la preservación de la Creación, que son los cimientos básicos de un desarrollo humano pleno y sustentable.

El ser humano se desarrolla en la comunidad. La libertad es real cuando existe responsabilidad hacia sí mismo y hacia los otros. Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad respetando siempre el orden natural.

La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y por lo tanto el Estado debe protegerla y estimular su desarrollo pleno.

Para lograr nuestros objetivos en la vida política sólo aceptamos el uso de medios pacíficos y democráticos.

Respetamos la diversidad humana en todas sus formas. Valoramos y defendemos su privacidad, incluso su privacidad genética, sin restricciones, abogando por la plena y permanente vigencia de los derechos humanos y la preservación de la paz mundial.

Es tarea de la política garantizar el espacio de libertad de la persona según un rol subsidiario del Estado.

Aspiramos a un desarrollo humano, a una economía solidaria y a la conservación del medio ambiente para las generaciones de hoy y del futuro.

Las elecciones, son un ejercicio democrático esencial, renuevan nuestro compromiso con los chilenos y chilenas, nos permiten dialogar sobre los temas públicos, compartir sus preocupaciones inmediatas y solicitar, nuevamente, su apoyo en la etapa que se avecina.

Nuestro diálogo con la gente se nutre de una historia y de una clara visión del Chile que queremos. Esa visión marcará nuestro trabajo como parlamentarios y parlamentarias, tanto en la formulación de las leyes que nos rigen, como en la interlocución con las autoridades, y también en nuestra presencia en el debate nacional y regional.

No actuamos en forma solitaria y caprichosa. Nos inspiramos en los valores trascendentes, en la generosidad y el espíritu de sacrificio de los fundadores de la Falange Nacional.

Nuestra doctrina encuentra parte importante de sus fundamentos en las Encíclicas Papales, que abordan la cuestión social, y en el pensamiento político y filosófico de Jacques Maritain.

Somos herederos, orgullosos, de la gigantesca obra del Presidente Eduardo Frei Montalva, uno de los más grandes lideres del siglo XX de nuestro país. Somos parte de una fuerza que ha construido Chile, que les ha entregado la dignidad a los campesinos, a los trabajadores y que con sus profesionales y técnicos ha estado presente en los hitos más destacados de nuestra Patria.

Hemos testimoniado en innumerables jornadas nuestro compromiso con la democracia y la justicia.

Hemos sido artífices de grandes movimientos de transformación política y social.

Hemos estimulado el diálogo y el entendimiento nacional.

Hemos colaborado activamente a colocar a nuestro país en un sitial de respeto en la comunidad internacional.

En definitiva, hemos construido respeto y dignidad para los chilenos, combatiendo el abuso, la pobreza y la discriminación.

Queremos más democracia y urgentes correcciones al modelo económico.

Por esto nuestro compromiso fundamental es con la democracia y su profundización en el ámbito político, económico social y cultural.

Solidaridad, justicia, libertad, participación, respeto y tolerancia, son virtudes democráticas que apreciamos y promovemos.

El pueblo de Chile llama a nuestro partido, sencillamente "la Democracia". Nos honramos con ese reconocimiento, apunta al eje de nuestra acción. Y si evaluamos lo que he hemos realizado durante estos años, bajo el criterio democrático, constatamos que hemos avanzado sustancialmente desde la situación heredada en 1990.
Hemos tenido una participación activa en la estructuración de las nuevas relaciones internacionales de Chile, con éxitos tales como los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos y con la Unión Europea entre otros.

Sin embargo, con igual fuerza hacemos presente las insuficiencias y carencias del Chile actual y demandamos una profundización de nuestra democracia en todos sus planos y especialmente en el económico y social.

Queremos más democracia en lo político.
Valoramos altamente la supresión de la mayoría de los enclaves autoritarios, cambios de los cuales fuimos parte activa.

Sin embargo, pensamos que la actual Constitución no es plenamente democrática. Es hija del miedo a la libertad y ello se refleja en toda su arquitectura.
Queremos modificar el sistema binominal y los altísimos quórum que esta Constitución impuso en el Congreso.

No queremos una política en la que todas las cartas se conocen de antemano y las opciones son restringidas.

Queremos un sistema más abierto, que represente a la ciudadanía y que permita una competencia abierta y leal para perfeccionar la democracia y exigir a la dirigencia política una mayor responsabilidad en sus actos.

La Carta Fundamental debe ajustarse a las profundas transformaciones culturales, sociales y tecnológicas que vive nuestro país.

Queremos más democracia en nuestra sociedad. Aspiramos a una Patria donde nadie es humillado ni por la prepotencia del dinero ni por el abuso del poder.
Aspiramos a un Chile construido sobre el esfuerzo y el talento de su gente y no en sus apellidos, en el color de su piel o su clase social.

Defendemos los aportes de los pueblos originarios, respetamos su lengua y cultura y luchamos para que obtengan justicia y los estimulamos para sus alcancen sus legítimas aspiraciones.

Queremos una Patria que asegure condiciones básicas para todos los ciudadanos.

Queremos una Patria en la que el trabajo, la perseverancia y la voluntad de hacer las cosas bien constituyan el eje central de nuestra política cotidiana.

En el ámbito económico-social es donde más se observan las limitaciones de nuestra democracia.

Nos violenta la fuerte desigualdad de riqueza, los desproporcionados ingresos de unos pocos y la brutal indigencia de tantos otros.
Nos duele la falta de oportunidades de los pobres, de las mujeres y los jóvenes.

La DC no nació para servir a dos Chiles, uno de oportunidades y otro de exclusiones.
Por el contrario, queremos una sola Patria para todos.
Nos rebelamos a aceptar los crecientes grados de concentración económica que se observan en variados sectores de nuestra economía, que impiden la competencia de la pequeña y mediana empresa y limita seriamente su futuro y el de Chile.

Nuestro partido debe levantarse como un escudo que protege a los más débiles de los abusos e injusticias de los más poderosos de la sociedad chilena.

Hemos sido y seguiremos siendo la voz de los pobres y excluidos. Así como en los albores de la Falange recorrimos los campos para darles dignidad a nuestros campesinos y romper sus cadenas de sumisión, hoy recorreremos nuestro país propiciando los cambios que devuelvan a nuestros ciudadanos su libertad plena, y sobre todo su dignidad de vivir en un país que crece gracias al esfuerzo de todos.

Junto a nuestro permanente combate contra la pobreza, nos preocupan asimismo las estrecheces y penurias a las cuales se ve sometida nuestra clase media.

Vastos sectores que han dejado atrás la pobreza viven con angustia porque lo logrado puede desvanecerse, o porque no puedan brindar mejores oportunidades a sus hijos. Son muchos los que han debido dejar a sus hijos sin educación superior por no tener los recursos que demandan las altas matrículas.

El fantasma del desempleo o las enfermedades catastróficas, que pueden cortar un ciclo de progreso, está siempre presente.

La Democracia Cristiana sabe que la fortaleza de Chile es su clase media, si ella es sólida, nuestro desarrollo estará asegurado. Por eso asumimos sus dramascomo propios y nos alzamos como la voz de la clase media, para asegurarle que sus intereses serán asumidos verdaderamente en el acontecer nacional.

Los mejoramientos sociales ineludibles que nos convocan, pueden hacerse, coexistiendo con el progreso y modernización que gozan otros sectores de nuestra economía, como por ejemplo el exportador, los servicios básicos, la telefonía y las comunicaciones.

Esto se logra abriendo nuevos espacios a las pequeñas y medianas empresas mejorando su competitividad con un apoyo eficiente del Estado, con una legislación adecuada y a una mejor administración del crédito y de los recursos de capital.

Lo afirmamos sin rodeos y derechamente: si queremos una verdadera democracia económica y social en Chile, el modelo económico actual requiere importantes correcciones.

La Democracia Cristiana sostiene que esta corrección debe expresarse de la siguiente manera:


a. Las correcciones al modelo no deben ser solamente en un plano microeconómico. El manejo macroeconómico ha sido exitoso en el control de la inflación y ha impuesto una gran responsabilidad fiscal pero ha carecido de la adaptabilidad, incluso dentro de una rigurosa disciplina, que hubiera impedido el hundimiento de las Pymes y la clase media en general. Se requieren perfeccionamientos en el plano macroeconómico que sin poner en peligro los equilibrios económicos de una economía sana , permitan un aprovechamiento más pleno de nuestras capacidades y recursos de manera de abrir posibilidades de producción a empresarios y trabajadores que actualmente están reprimidas en forma artificial , como sucede muy en especial con el mercado interno.

b. Debemos dar un apoyo definitivo a las Pymes, en los centros urbanos y rurales de Chile, tal como lo detallaremos más adelante.

c. Tenemos que poner en el centro la capacitación laboral, que compense las limitaciones educacionales y otorgue herramientas a nuestros trabajadores en medio de un mercado cambiante.

d. Hay que estimular el diálogo social y económico. Estamos convencidos que Chile, puede lograr mucho más si hace un esfuerzo serio por integrar diferentes intereses y sumamos esfuerzos y si trabajamos con una mirada de más largo plazo.

No hay una modalidad única de economía abierta y de mercado. Así lo muestra la diversidad de experiencias de los países desarrollados. Nosotros claramente queremos para Chile una economía social de mercado, que favorezca la equidad y el empleo, en un marco de libertad y participación.

Queremos sostener y acompañar a la familia.

La familia es la forma más estable de convivencia social.
En la familia, el ser humano encuentra protección y cariño. Es allí donde experimenta la solidaridad entre generaciones.

Las características y capacidades individuales, que son condicionantes y fundamento de una sociedad libre y responsable, pueden desarrollarse mejor en el seno familiar.

Amor y confianza, tolerancia y consideración, disposición al sacrificio y a la responsabilidad compartida, independencia y emancipación se mezclan y se desarrollan en las estrechas relaciones de la familia.

Para nosotros, la familia es el fundamento de la sociedad.

Por ello, defendemos el mutuo apoyo financiero de las tareas del hogar y su reconocimiento por parte de la sociedad. La unión en el seno de nuestras familias es el requisito para la existencia de la solidaridad en nuestra sociedad.

El matrimonio como institución sólo lo aceptamos a partir de su condición natural, anterior a la ley, es decir sólo entre un hombre y una mujer.

Es la mejor base para la responsabilidad compartida entre la madre y el padre para la educación de sus hijos. Entre la mayoría de los hombres y las mujeres prevalece el anhelo de encontrar en el matrimonio confianza, amor y compañerismo.

El matrimonio y la familia necesitan nuestro apoyo especial, justamente porque en nuestra sociedad abierta, la amenaza de fracaso que se cierne sobre las relaciones de pareja es elevada.

Sostenemos que el matrimonio, instituido como una relación permanente, debe contar con la protección de nuestro orden constitucional.

Respetamos las relaciones no matrimoniales y la decisión consciente de vivir sin los vínculos de un matrimonio. Nos oponemos a una equiparación legal de estas relaciones al matrimonio.

Queremos acompañar a la familia chilena.
La familia chilena sufre en carne propia los efectos negativos que acompañan a la modernización y transformaciones del país.

Sin embargo, la caída de las grandes ideologías, el debilitamiento de las agrupaciones sociales, ha permitido el redescubrimiento de la familia como el gran motor que da sentido, motiva y realiza a las personas.

Las luces de esta realidad son nítidas. Pero a su vez, en su seno se viven las tensiones de poderosas transformaciones económicas, culturales y sociales.

La violencia intra familiar, el abuso de menores, los conflictos de identidad asociados al cambio drástico de los roles familiares, la relación con los adultos mayores y el trato con las nuevas generaciones, aparecen también como realidades desafiantes que exigen, en sus efectos más acuciantes, la acción del estado y de los organismos públicos.

Muchas de las políticas públicas están basadas en realidades que ya dejaron de ser homogéneas y se discrimina, sin querer, las nuevas formas del grupo familiar.
Estos fenómenos plantean nuevos desafíos a las políticas públicas, y debemos tenerlos presentes a la hora de legislar y debatir.







LAS TAREAS FUTURAS

Con este marco, pensamos que en los próximos años debiéramos, como políticos, colocar todos nuestros esfuerzos en el cumplimiento de las siguientes tareas:

Seguridad social para todos los chilenos

Una parte importante de los chilenos está en una situación precaria, informal, con escasa inserción en los sistemas sociales. Un porcentaje importante de los trabajadores independientes no cotiza (el promedio de tiempo de cotización del total del período trabajado es de 52%. La mitad de los trabajadores de micro empresas no tienen contrato o los tiene en forma temporal).

Por otra parte, las altas cifras de rotación laboral, dan cuenta de la inestabilidad que afecta a muchos chilenos. Ejemplo de esta precariedad en el trabajo son los que se desempeñan como temporeros o para subcontratistas.

Todo ello ilustra que una parte importante de nuestra población está en una situación precaria. Una vejez sin adecuada protección, con problemas para financiar los crecientes costos de salud, inestabilidad laboral o limitaciones para conseguir nuevos empleos angustia a los trabajadores chilenos en forma progresiva mientras aumenta su edad.
Esto mina nuestro capital social.
Si queremos desarrollarnos en plenitud, debemos poner a nuestros trabajadores, técnicos y profesionales como principal motor de desarrollo. Para eso tenemos que llevar a cabo un vasto proceso de integración de nuestros trabajadores a los sistemas formales de trabajo, a la previsión y a los sistemas de prestación de salud.

Proponemos atacar este problema mejorando nuestras políticas sociales, rediseñando y extendiendo las redes de protección social para incluir a los que hoy están excluidos: los desempleados crónicos, los trabajadores ocasionales, las mujeres jefes de hogar, los discapacitados y los ancianos, entre otros.

Proponemos y apoyamos una Reforma Previsional que modifique sustancialmente la cobertura, que no discrimine a las mujeres que no logran cotizar los años necesarios para alcanzar la pensión mínima. Similar situación enfrentan los trabajadores temporales e independientes.

Esta Reforma debe bajar los costos de administración del sistema y su tendencia a la concentración en pocas administradoras.
Esto produce efectos negativos sobre la competencia y eficiencia del sistema. Respaldamos plenamente el aumento de las pensiones mínimas, único medio de dignificar a quienes entregaron toda su vida en aras del crecimiento del país.
Proponemos la creación de una red de seguros sociales y privados con estímulos concretos para el ahorro de las personas, para cubrir las eventualidades, tales como desempleo, bajas bruscas del ingreso familiar, enfermedades, que ponen en jaque a la mayoría de las familias chilenas.

Para dar efectiva solución a estos problemas se requiere un rol activo del Estado con disposición de recursos públicos.

En particular, en el ámbito de la salud, apoyaremos la implementación completa del Auge y una creciente disponibilidad de medicamentos genéricos a bajo costo para cubrir las patologías de la población.

Construir un país basado en el empleo y el emprendimiento

Estamos en deuda en materia de empleo. Debemos aplicar todas nuestras energías creativas para solucionar este flagelo.
Revisar toda nuestra arquitectura social y económica desde el punto de vista del empleo y colocar, en el centro de un nuevo acuerdo político y social, el derecho al trabajo como un elemento central de la dignificación de la persona humana.
¿Necesitaremos que las cifras de desempleo superen el 10% para entonces alarmarnos y conmovernos?
¿No es de por sí ya preocupante que la economía crezca, que las empresas, los bancos y las AFP tengan saldos favorables, y que los niveles de desempleo se mantengan elevados y que las remuneraciones suban escasamente?
¿No es mejor para todos, hacer lo que es conveniente ahora, y no bajo la presión, el descontento y el conflicto?
La prueba de fuego para el éxito de la corrección del presente modelo económico estará vinculada a la capacidad de Chile para generar más y mejores empleos, reducir los altos niveles de rotación laboral, cubrir adecuadamente los tiempos de cesantía y mantener una adecuada flexibilidad laboral.

Necesitamos, urgentemente, promover una macroeconomía que no sólo se preocupe de la inflación y el balance fiscal, sino de crear un entorno favorable al empleo, al progreso de las Pymes, y a la equidad. Esto involucra avanzar hacia una política macroeconómica para el desarrollo, que enfrente con decisión las crisis externas. Para esto debemos usar, adecuadamente, las fortalezas que Chile ha acumulado durante los últimos años.
Para crecer con equidad es imprescindible evitar pasar por prolongadas situaciones recesivas, como la de los años recientes, que provocan un impacto regresivo sobre el empleo y, en especial, sobre miles de Pymes.
Esto significa reevaluar metas como la del superávit estructural fiscal del 1%.
En las actuales circunstancias cabe preguntarse si vale la pena seguir cobrando impuestos para mantener el 1% de superávit fiscal y soportar las necesidades insatisfechas y la desigualdad en el desarrollo.
Creemos firmemente que ha llegado el momento de utilizar ese 1%, gradualmente, en el curso de los próximos cuatro años, para financiar inversión social (en salud y educación) e inversión productiva (en Pymes, desarrollo regional, capacitación laboral e innovación).
Tenemos que crecer, ahora, pero con salarios que crecen, con mayores utilidades de los pequeños empresarios y mejores ingresos de los trabajadores independientes.

La creación de más empleos y de mejor calidad, pasa por el fortalecimiento del sector de la micro y pequeña empresa. Allí se genera el 80% del empleo nacional.
Junto con la medida señalada anteriormente, consideramos urgente facilitar la renegociación de las deudas con los bancos, en un plazo más largo que el actual, de cuatro años, que se ha mostrado incorrecto.
Asimismo, planteamos que exista una licuación de la deuda tributaria y provisional con una exención tributaria de 8 años para todas las nuevas PYMES que se formen, promoviendo su desarrollo y consolidación.

Generar una normativa adecuada a la realidad de las pequeñas empresas que permita su salida del mercado en forma regulada, estableciendo un sistema de quiebra simplificada y un sistema de acuerdo privado sin costos para el fallido.

Cambiemos nuestras actitudes, dejemos de tratar al pequeño empresario como un problema y una dificultad, como si fuese un deudor de crédito de consumo. Este cambio debe ser enfrentado por el Estado y el sector privado.

Disminuyamos el tiempo y el gasto requeridos para crear una empresa. Analicemos si los incentivos y beneficios están llegando a sus destinatarios. Ajustemos las normativas impuestas a los fondos de capital de riesgo. Desarrollemos redes de incubación, apoyo y asistencia a pequeños empresarios. Aspiramos a que el talento de emprender no esté reducido a un pequeño segmento de la sociedad, permitamos que exista igualdad para entrar en la dinámica del comercio y la producción.

Creación de una ventana única para que el pequeño y microempresario pudiera iniciar todos los trámites con una sola entidad de la burocracia. Es labor del Estado entonces coordinar las diferentes instituciones públicas que requieren ser involucradas en dar permisos y autorizaciones y no un sinnúmero de actos que debe asumir el interesado. La disminución de la burocracia no solo facilitaría el desempeño de la empresa sino representaría un Estado moderno al servicio del ciudadano.

Claramente no queremos un subsidio por aquí y otro por allá, ni miles de acciones que se multiplican a través de centenares de agencias gubernamentales, con efectos poco conocidos. No, definitivamente no es esa nuestra aspiración. Queremos que un próximo gobierno asuma el fomento de las capacidades emprendedoras de una vez por todas y para todos.
Esta debe ser una prioridad de Estado. Y como tarea de Estado debemos asumirla como política de Estado.
Reeditemos la institucionalidad estatal relacionada con el área. Reestructurando el sistema público de fomento, consignación de los recursos y que al menos el 75% sea usado en el sector. Que el Ministerio de Economía sea en la práctica el Ministerio de la Pequeña y Mediana Empresa y que el Banco del Estado y CORFO sean los verdaderos motores financieros de capacitación y asesoría técnica a las Pymes.

Pero donde el modelo requiere una corrección más profunda es en las oportunidades de empleo que ofrece a las mujeres y a los jóvenes.
Es un desafío, que asumimos como propio, la de elevar la participación de la mujer en la vida laboral a tasas cercanas a los países desarrollados. Ello generará una verdadera revolución. Para lograr esto es necesario crear unared de cuidado infantil y de educación preescolar accesible a todas las mujeres. Se busca promover, también, jornadas de trabajo parcial, adaptadas a las necesidades de jóvenes y mujeres.

Más oportunidades para la pequeña y mediana agricultura.

El sector agrícola y silvoagropecuario desempeña un papel muy importante en el desarrollo nacional y tiene aún un inmenso potencial, tanto por su contribución a la economía, como por su inmenso papel social, territorial y cultural. Más de la mitad de las regiones de Chile vive directa o indirectamente de él y en las zonas rurales viven más de dos millones de personas.

A pesar del importante crecimiento alcanzado por el sector, en estos años, y mejor calidad de vida para muchos, su desarrollo ha sido desigual; sehan profundizado las brechas existentes y abiertas otras. Brechas entre quienes disponen de recursos y quienes carecen de ellos; entre regiones exportadoras y las que no lo son; entre quienes trabajan en la ciudad y en el campo (el salario promedio rurales un 50% del salario promedio urbano), etc.

La apertura de la economía y la firma de los Tratados de Libre Comercio representan un cambio estructural para el sector. Debemos mejorar nuestra competitividad y, también, asegurar que los pequeños y medianosse beneficien de estas oportunidades, y que los trabajadores, temporeras y temporeros mejoren sustantivamente sus condiciones laborales.

La agricultura desempeña un papel muy importante en el desarrollo nacional, tanto por su contribución a la economía, como por su inmenso papel social y territorial y, en ella, la pequeña y mediana agricultura representan el 85% de las propiedades agrícolas y la mitad de sus recursos productivos.

Las medidas que propiciamos para la pequeña y mediana agricultura:


· Terminar de una vez por todas, en los primeros 90 días de gobierno, con la deuda de arrastre de la pequeña agricultura y sus organizaciones.
· Crédito para capital de operación e inversión contra proyectos productivos.
· Creación de Centrales de Garantía ( prendas e hipotecas) a nivel regional.
· Las bonificaciones a las obras y tecnificación de riego serán en un 100% para los pequeños y medianos propietarios;
· Simplificación de los instrumentos de Fomento Productivo.
· Implementación de un eficiente y efectivo programa de transferencia tecnológica.
· Bonificación para la asociatividad, especialmente de cooperativas que tengan por objeto modernizar y transformar las explotaciones agropecuarias.
· Ampliación y redefinición de COTRISA.
· Mejorar sustantivamente la regulación de los mercados para asegurar la libre competencia y el justo trato entre las partes.
· Desarrollar programas específicos y culturalmente apropiados para la agricultura indígena y con plena participación de las comunidades y productores;
· Implementar una política forestal nacional para MIPYMES del sector.
· Modernizar y transformar la institucionalidad publica sectorial, especialmente para la pequeña y mediana agricultura, INDAP, adaptándola a las nuevas realidades y desafíos. Promovemos la creación del Ministerio de Agricultura, alimentación y Recursos Naturales Renovables.
· Promover y fortalecer la Ruralidad.
· Promovemos una institucionalidad pública, dotada de la mayor autoridad política, que permita potenciar y hacer coherente y de efecto sinérgico, los programas y recursos financieros de los diversos ministerios en favor de este sector.
· Dignificar y mejorar la calidad y condiciones de los trabajadores rurales, en especial las temporeras y temporeros.
· Exigir el cumplimiento de la legislación laboral existente;
· Establecer una rigurosa normativa de control y sanción para las empresas enganchadoraso contratistas de mano de obra, las que muchas veces no cumplen con los compromisos contraídos con los trabajadores temporales;
· Mejorar las condiciones de previsión,salud, y seguridad en sus labores. Asegurar el acceso a leyes sociales de las temporeras y temporeros.

Una educación de calidad y útil para Chile

Hoy innumerables familias realizan enormes esfuerzos para educar a sus hijos con la esperanza de que ello constituya un capital significativo para sus hijos.
Queremos que ello sea efectivamente así y que el sistema educacional no sea una mera reproducción de las desigualdades sociales, que aporte con un capital que compense efectivamente la ausencia de otros beneficios. ¿Por quési en muchas materias ya hemos consolidado un liderazgo indiscutido, no nos proponemos, como tarea de todos los chilenos, lograr la mejor educación en la región en la próxima década, en todos los niveles?

Debemos mejorar la calidad de nuestra educación básica y media, que muestra pobres resultados a pesar de la JEC y de los incentivos al desempeño de los maestros.

Proponemos que cada escuela y liceo desarrolle y se comprometa con un contrato de calidad, conocido por todas las partes y posible de evaluar. Pero el proceso formativo debe empezar desde los primeros años de vida, en las guarderías y jardines infantiles.
Propiciamos una amplia creación de guarderías y jardines que estimulen precozmente a los niños y faciliten el trabajo de las madres. Postulamos, además, un contrato que permita a todas las partes evaluar, de manera realista, niveles de calidad en el currículum, en la docencia, en la gestión escolar, en la participación familiar y comunitaria, en la calidad de la institucionalidad que la conforma y que la apoya.

Valoramos los pasos que se dan en esta dirección tales como la reciente creación del Consejo de Profesores en cada colegio y la elección por concurso de los directores de escuelas y liceos. Asimismo, apoyamos el aumento selectivo de la subvención escolar, una reducción de los alumnos por clase, y una evaluación del trabajo docente unida a estímulos y sanciones.

La calidad educativa, ciertamente, está relacionada con los aprendizajes básicos, pero también con el conjunto de habilidades y competencias que se requieren en el mundo contemporáneo y, especialmente, en el trabajo.

Queremos acabar con la brecha que existe entre el mundo del trabajo y la educación, posibilitando una formación técnica en diferentes niveles.
Permitamos a los jóvenes elegir diferentes tiempos para su inserción laboral, de acuerdo a sus circunstancias e intereses. Nuestro sistema educativo debe contar con salidas y entradas acordes con una educación permanente, que permita recalificarse y capacitarse en diferentes etapas de la vida.

Demos un más amplio acceso a la universidad, con un desarrollo de carreras que permitan elegir diferentes niveles de generalidad y especialización. Pero también y centralmente aseguremos equidad en el acceso a la educación superior.

En pocos años más habrá más de un millón de jóvenes en la educación superior. Tenemos el compromiso de asegurar en la Universidad e Institutos Técnicos y Profesionales el financiamiento, vía becas o créditos, a todo estudiante meritorio, que no pueda pagar sus estudios, incluyendo a los que provienen de familias de clase media. Asimismo nos comprometemos a que todo estudiante que realice estudios completos de nivel medio en un establecimiento municipal y sea admitido a los estudios superiores tenga crédito o beca asegurada por el Estado.

Convertirnos en una plataforma de ciencia, tecnología e innovación.

La Ciencia y la tecnología es la base de sustento de toda sociedad desarrollada. Los países no crecen por sus materias primas que exportan o por la utilización de mano de obra no calificada y mal remunerada. Este es uno de nuestros desafíos prioritarios para el futuro.

Necesitamos un desarrollo productivo sólido, en el que participen todos los chilenos en forma digna. Este desarrollo debe asegurar a nuestros ciudadanos el acceso a las oportunidades que la sociedad del siglo XXI les ofrece.

El desarrollo productivo permite generar una sociedad de ciudadanos, capaces de participar y construir un sistema democrático más sustentable, con mayor desarrollo humano y por ende más equitativo.

La Democracia es el único sistema que nos asegura la integración de todos los ciudadanos, sin exclusiones, con una profunda integración social y cultural, religiosa o valórica.

Son estos cuatro pilares los que nos permitirán construir la sociedad del futuro que nos hará más libres y nos acercará a una sana convivencia.

Ninguno de los pilares anteriores por sí solo permite asegurar un futuro mejor.

La tarea no es fácil. Exige coraje para cambiar el modelo que hemos construido, en base a una ideología individualista, que ha llevado a los altares al mercado y que ha convertido al dinero en la aspiración suprema.

En el mapa de la competitividad mundial nuestro punto más débil es el de nuestras capacidades científicas, tecnológicas y de innovación.
Chile tiene consolidada una posición de liderazgo y de importante contribución en varios campos de exportación.

En el mediano plazo, si aspiramos a mantenerla y mejorarla debemos desarrollar nuestra propia investigación tecnológica, que puede abrir un sinnúmero de posibilidades en los sectores en los cuales ya somos fuertes: minero, agropecuario, forestal, acuícola.

Tenemos por lo tanto que crear condiciones ventajosas para promover y adecuar nuestras universidades, centros científicos y tecnológicos a las nuevas exigencias de un mundo en constante desarrollo para crear centros de calidad mundial.

Para esto es necesario aumentar nuestra participación en Investigación y Desarrollo (I+D), que en la actualidad es cercana al 0.7% del PIB. Los países desarrollados superan el 2%, la UE ha decidido que todos sus países miembros deben alcanzar el 3% para el año 2010.

Nuestro desafío debe estar en llegar al 1.2% para el 2010, con una mayor participación del sector privado, quien en la actualidad participa con menos del 30% del aporte en I+D, mientras que en los países desarrollados esta cifra llega a un 70%.

En el campo de la Investigación debemos fortalecer la creación de una masa crítica de científicos en áreas estratégicas, estimulando la formación de PhD y técnicos de alto nivel.

Además es fundamental desarrollar la infraestructura y el equipamiento tecnológico adecuado para el desarrollo de alianzas estratégicas entre el sector público, las empresas y las Universidades para la creación de nuevas tecnologías y negocios de punta.

La creación de estos centros, en las distintas regiones del país, insertos en redes de excelencia mundial, que sean capaces de desarrollar investigación científica concordante con nuestras realidades, se convertirán en puntos focales de desarrollo.

Gracias al royalty a la minería, proyecto surgido de la DC y patrocinado por nosotros, podemos contar los recursos que hagan realidad nuestra aspiración de convertir a la Ciencia, la tecnología y la innovación en una nueva prioridad de desarrollo para nuestro país, dando valor agregado a nuestros productos.

Debemos fortalecer nuestras Universidades en su capacidad Científica, tecnológica y de Innovación, promoviendo su vinculación al sector privado para la formación de nuevas empresas en los campos emergentes del conocimiento tales como la Biotecnología, la nanotecnología, la producción de nuevos materiales y las tecnologías de la información.

Para lograr lo anterior es importante una amplia y persistente difusión y acceso al uso de las nuevas tecnologías, en especial a las tecnologías de información y comunicación.

Debemos extender la enseñanza y uso masivo de ellas, de modo que la gran mayoría tenga acceso a sus aplicaciones en el aprendizaje, el trabajo, y la cultura.

Aumentemos el acceso a computadores personales y el acceso a Internet con banda ancha. Superemos la brecha digital no sólo con otros países sino también al interior de nuestro propio país, donde existen grandes desigualdades en el acceso y uso de ellas.


Desarrollar una política minera

Chile es un país minero por bendición de la naturaleza y ahí radica su fortaleza. En los últimos años no nos hemos dado una política minera y más bien hemos quedado expuestos a los enormes intereses foráneos que se mueven en torno a esta importante actividad.

Como Partido siempre ha existido especial preocupación en esta materia y lo demuestra el particular interés que tuvieron sobre el particular Eduardo Frei Montalva y Radomiro Tomic. En el presente fuimos los impulsadores del Royalty que es un primer paso para volver a colocarnos en el centro de la discusión de la cuestión minera.

El país debe aumentar su capacidad de fundición y refinería para entregar al mercado el máximo de producción, como cobre refinado y no como ocurre actualmente que más del 50% de la producción de concentrados se exporta en esa condición. Esto favorece encadenamientos productivos, y avanzar en el valor agregado del producto.

Por otra parte, debemos comprometernos a fortalecer y posicionar como un eje de la política minera la defensa y promoción del cobre, especialmente en lo que concierne a sus usos y al desarrollo de la industria manufacturera de este metal. La firma de los TLCs como herramientas de apertura comercial, debería ser claves para posicionar al cobre como un metal necesario para el desarrollo económico y social de los países.

Es fundamental, en esta nueva etapa definir un nuevo rol para ENAMI. El Estado debe comprometerse a entregar los recursos suficientes, y crear los mecanismos expeditos, para que fomente esta actividad y pueda entregar dignidad y compromiso a aquellos chilenos que desempeñan en situación precaria la extracción artesanal en pequeños yacimientos. ENAMI debe también entregar en arriendo a pequeños mineros aquellos yacimientos de su propiedad, que hoy mantiene inactivos asegurando un trabajo estable a este sector de la población a cambio de un pago proporcional por los productos que extraiga.


Más poder para las regiones

Nuestra gente en regiones reclama más poder de decisión y mayores grados de participación en las decisiones que les afectan.
Sin embargo, persisten inercias centralistas que, como el peso de la noche, gravitan en nuestros comportamientos y actitudes.

El centralismo es un freno al desarrollo, genera burocracia, inequidad y desacelera el crecimiento del país.

Las Regiones sin poder efectivo de decisión no tienen posibilidad de captar eficientemente las oportunidades que la sociedad global les ofrece.
No basta con mayores recursos para las regiones. A esos recursos debe agregarse una eficiente transferencia de competencias y autonomías de gestión.

Debemos disminuir el peso del centralismo, ya que hoy requerimos un país con más polos activos de desarrollo. Necesitamos no sólo dos o tres ciudades pujantes, sino decenas de ellas a lo largo del país.

Descentralizar efectivamente será un largo y duro combate.
Digamos adiós al centralismo ahora, antes que el centralismo diga adiós a nuestras posibilidades de desarrollo.

Las regiones, las comunas y su gente deben ser actores centrales del Chile que queremos construir. Para ello es necesario el fortalecimiento de los gobiernos regionales, dándoles una mayor representatividad ciudadana y legitimidad democrática.

Es urgente traspasar competencias, en todos los planos, a las regiones de acuerdo a sus actuales condiciones y capacidades.

Asimismo, la gestión de la realidad regional requiere servicios públicos de carácter regional, en áreas críticas tales como Fomento Productivo, Turismo, Infraestructura Regional, Social y Cultura. Se requiere asimismo la constitución de un Fondo de Capital Social, que permita a la región invertir en los recursos humanos que necesita; un Fondo de Innovación que fortalezca los nichos productivos de la región, y un Fondo de Inversión Regional, complementario al FNDR.
Apoyamos la creación de Agencias de Desarrollo Regional que serán un instrumento crucial en estas tareas.

Por otra parte, nuestras ciudades han crecido y sus superficies se han expandido notablemente con la consecuente transformación del paisaje físico de nuestros territorios. Los servicios básicos y la infraestructura urbana han mejorado notablemente. Sin embargo, no siempre el desarrollo de nuestras ciudades se ha hecho en armonía y equilibrio. Hay que señalar también que nuestro marco de acción urbana data de 1931 y necesita reconocer un Chile muy distinto en esta materia. Requiere dotarse de instrumentos ágiles y descentralizados. Una política de desarrollo urbano debe buscar el equilibrio entre las ciudades como centros del desarrollo económico y competitividad, las ciudades como articuladoras de la participación y la democracia, y las ciudades como espacio para el bienestar de las familias y las personas. Las mejores ciudades se hacen cerca de la gente, con la gente. Los barrios, comunas y regiones deben ser fortalecidas decisivamente en sus capacidades de hacer ciudad. Desde lo local parte la posibilidad de una ciudad con rostro humano.


Cuidar el Medio Ambiente

Nuestra responsabilidad hacia la Creación debe orientar también nuestra gestión económica. Debemos convertir la interrelación del hombre con la naturaleza y con el medio ambiente en un principio rector de nuestras acciones. Para lograr un uso responsable de la naturaleza y del medio ambiente según el principio de sustentabilidad, deseamos intensificar la ampliación de las fuerzas y los mecanismos de conducción conforme a la economía social del mercado con el fin de crear una síntesis entre economía, justicia social y ecología.

Enfrentar integralmente nuestros problemas sociales

No consideramos que la respuesta apropiada a los problemas de seguridad pública sean soluciones demagógicas fáciles.

La lamentable experiencia de algunos países desarrollados que han formulado políticas de seguridad pública sobre la base de impresiones apresuradas y movidas por la pasión, es que ellas sólo han traído más muerte y violencia.

No queremos ser cómplices de todos los que se benefician y lucran de una u otra manera del alarmismo colectivo.

Una política de seguridad pública se debe basar en hechos y realidades. Y ello nos señala que es posible elevar sustancialmente la eficiencia de nuestros aparatos de control y represión. Tenemos la mejor policía uniformada y civil de Latinoamérica, pero la necesitamos en mayor número y especialización. Necesitamos policías con capacidad de responder a delitos complejos bajo el mando de una autoridad única evitando la duplicidad de actividades, funciones y recursos.

Necesitamos policías altamente profesionalizadas, con recursos sofisticados y racionalización de actividades que respondan a criterios claros de logro y eficiencia en el control de las actividades delictivas. Claramente se requiere una sola autoridad al mando de las políticas de seguridad pública y con todas las potestades pertinentes.

Tampoco debemos cerrar nuestros ojos a las fuentes que alimentan la delincuencia. Como lo muestran los hechos, el alcohol y la droga están vinculados a una gran parte de los delitos, especialmente aquellos más violentos. Hoy invertimos más en cárceles que en la prevención del alcoholismo, drogadicción, y cuidado de la infancia abandonada. Esa relación debe ser invertida. Requerimos una eficiente represión de la delincuencia dura y también un radical enfrentamiento a las raíces de la delincuencia: alcoholismo, drogadicción, pobreza. Queremos seguridad en nuestros barrios no por que haya más armas, sino porque hay mas sanidad en nuestros entornos y familias.

Cuidemos a Chile y su gente. No nos preocupemos solamente de los niveles de competitividad y productividad. Nuestro país está con una sobrecarga de tensiones e incertidumbres. Cuidemos a nuestros jóvenes, a nuestros ancianos.

El alcoholismo, la drogadicción, la violencia intra familiar afectan seriamente a nuestra gente. Es el tiempo de prevenir y cuidar, no sólo de trabajar y producir.
Este es nuestro compromiso

La Democracia Cristiana quiere ser la voz de los pobres y de la clase media.

La Democracia Cristiana quiere constituirse en un escudo protector de los más débiles frente a la desigualdad, la injusticia y los abusos de los más poderosos.

La Democracia Cristiana demanda urgentes correcciones al modelo económico actual.

La Democracia Cristiana trabaja por tener más y mejor democracia política, social y económica.

La Democracia Cristiana quiere un Chile donde exista respeto y dignidad para todos.

La Democracia Cristiana quiere un Chile innovador, con sus científicos enfrentando los desafíos del futuro.

Queremos decirle a todo Chile: Nos alzamos sobre enormes logros, pero aborrecemos las complacencias.

Queremos ser exigentes, con nosotros mismos, para enfrentar con celeridad nuestras posibilidades.

Queremos romper inercias, queremos instalar a Chile en plenitud en el Siglo XXI.

Queremos que la llegada del Bicentenario de la Independencia encuentre a nuestra Nación en una etapa constructiva, con solidez en nuestros logros, con sana ambición y sueños para el futuro.






Adolfo Zaldívar Larraín
Presidente Nacional


Jaime Mulet Martínez
Secretario Nacional


Wednesday, November 23, 2005

Pincha este "link" para hacer tus comentarios


Esperamos que puedas hacer comentarios y dialogar sobre el contenido de este documento de trabajo. Nos puedes dar tu opinión pinchando la palabra "comments" justo abajo!!!
>
Counter